Siguiendo los pasos al jardín del edén.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Te consumes.

El tiempo, es una amante celosa que reclama siempre más atención de la que tú le brindas. Y te consume. Te consumen sus réplicas y las consecuencias de tu desacertada indiferencia. El tiempo avanza, te agarra de la mano pero tú te sueltas.

Todo lo que quiero, todo lo que necesito, es tiempo. Y sin embargo, yo no sé cuidar de ti.

Te pido siempre, siempre te pido: unas horas, unos minutos, unos segundos. Qúedate conmigo tiempo, no te escapes entre las yemas de mis dedos.



El tiempo no nació para esperar a nadie. Como bien decía Leiva: de los cielos a la pólvora mojada. 
Hasta que se te cruza en el camino una nueva chispa. Taquicardia.



Y todo se volvió azul intenso. Se paró el segundero. Y vuelve a pararse cada vez que te acercas al cénit de esa taquicardia, pero como ya dije, al tiempo le pueden los celos y en cuanto te alejas sale corriendo para recuperar todos los que segundos que le debes.

Esa es tu lucha, tratar de detenerlo hasta que ganes la guerra o te consumas en el intento.





martes, 17 de mayo de 2016

Sábado con sabor a Domingo.

Sábado de: "¿dónde te metiste todo este año?" y "por favor, no te alejes demasiado."

Y es que todos mis relojes se pararon cuando "tú" entró en escena. 
Y es que la ecuación perfecta que suponen tus manos era la pregunta que no sabía formular mi nuca.

Creí conocer el azul porque había visto el mar. Creí conocer el azul porque en un tiempo ya muy pasado mis anclas amarraron en un color parecido aunque terminase a la deriva, pero qué va. Supe lo que era el azul cuando tus iris llegaron para encharcar mi vida.



Y ya no sentí miedo del precipicio que conforma la rutina. Ya no sentí la necesidad de perderme en un laberinto de falsas sonrisas. Porque he comprendido que un "para siempre" puede durar tan sólo un segundo y mi único propósito ahora es que contigo todos esos segundos se sucedan.

Con la cantidad de libros en los que he chapoteado y resulta que la mejor historia que iba a leer no estaba escrita con palabras, sino con tus lunares.
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"De ti todo me apetece" se convirtió en nuestro grito de guerra. Esa misma que quiero librar cada noche contigo bajo las sábanas para acabar exhaustos y ondeando bandera blanca.

Me acostumbré a ti en un solo día. Me bastó una hora para que se clavara en mí tu risa y tan solo necesité un segundo para querer anidar en tu pecho.
La soledad me había tratado bien pero contigo hizo las maletas y cogió un billete de ida, pero sin vuelta.

Y a veces me vuelves loca, además de tenerme loca. Y a veces, parece que el tiempo o bien no transcurre o lo hace demasiado deprisa. Pero ahora sé, que quiero naufragar si es contigo en todos mis miedos porque tengo tu boca de salvavidas. Ahora sé, que quiero lanzarme si es contigo hacia cualquier reto porque tengo tu ombligo de paracaídas.
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No sé, no sé dónde, no sé cómo, no sé cuándo decidió la vida regalarme tu compañía, pero quizás lo que tú tampoco sepas sea cuánto estoy de agradecida.

Que me gustan más tus mejillas que mi hora preferida de la tarde, esa en la que el sol y mi ventana forman un ángulo perfecto de luz dentro de mi habitación. Que podría pasarme la noche acariciando tu pelo y esa laboriosa barba. Que me pierde tu manera de sonreír. Me atraviesa y yo solo quiero repetir. Que como sabiamente dice mi Pedro Andreu "la vida es esa cosa que tiembla entre mi cuerpo cuando me doy la vuelta en nuestra cama y te sé ahí".

Porque te prometo una cosa: Quiero saberte ahí todas las mañanas. Quiero saberte abrazado a mí, durmiendo sobre mi pecho o simplemente quiero saberte mientras contemplo cómo sueñas. Quiero sabernos juntos y ojalá tú quieras saberlo todo sobre mí porque me tienes lista, desnuda y abierta en canal para ti.
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Que siento como sienten los niños, toda yo. Y que por encima de todo quiero redescubrir que el amor es algo que sí está hecho para mí. Esa incógnita que estoy dispuesta a despejar.


martes, 15 de marzo de 2016

A mi futura yo: Te quiero.

Era hora de que tú y yo tuviéramos una conversación, compañera.

Se acabó. No sé lo que estarás pensando en este momento pero deja de hacerlo. 

Eres maravillosa, ¿sabes? La chica más preciosa que he tenido el placer de cruzarme en sueños. Así que abandona esa estúpida idea de que no eres lo suficientemente buena, porque eres la mejor versión de mí misma. Tienes mis mejores sonrisas, las lágrimas más sinceras y todas, absolutamente todas mis experiencias. Úsalas.

No necesitamos que nadie nos diga lo increíbles que somos, basta con que sigas siendo tú para que lo vean. 

Conciénciate, eres única. No hay nadie más en el mundo que arrugue la nariz de esa manera cuando se enfada, nadie con esa mirada. No hay nadie con la misma senda de lunares que tú.

Quizás tuvieras tanta luz que pensaras que se apagó. Pero no. Aún queda demasiado baile, pequeña.

Haznos un favor y permítete doblar de vez en cuando las rodillas. Relaja los hombros. Tómate un té. Llora, descarga y levántate. Incluso así sigues tan bonita como ayer.

Cuídate también esos labios, que aún nos quedan muchos besos por dar. 

Y no es miedo. Si me tiemblan hoy las piernas no es por miedo. Podemos seguir en nuestro intento de descolgar la luna.

A lo mejor esto es mezclar pólvora con fuego, pero yo soy justo lo que tú estabas esperando.

Así que vamos amiga, déjanos amarnos.






martes, 9 de febrero de 2016

Fdo: el baúl de los recuerdos.

El primer amor no es tu primera relación, ni tu primer beso, ni siquiera la primera vez que quieres a alguien. Es el que te arrasa por dentro, el que te desgarra el alma y derriba tus muros de carga.

Ese es el primer amor, aquel que tiene fuerzas para ser el que marque a los que le sigan. Aunque nuestros caminos se separen. Ese que siempre, siempre, va a tener dedicado un pequeño rincón en tus recuerdos.

Y sí, es justo en el que estáis pensando ahora.


Lo único de lo que somos poseedores es de lo que tenemos en estos momentos. Solo podemos vivir en el presente, porque cada segundo que pasa pertenece al pasado y el futuro es algo incierto que siempre está por venir. Solo es ahora cuando tenemos la oportunidad de hacer, decir, sentir, vivir...

Es tal la magnitud del valor de cada instante que somos demasiado prepotentes aplazando constantemente las situaciones, dando por hecho que disponemos del tiempo como si fuésemos dueños de él. Porque no necesitamos un año, ni un mes, ni tan siquiera un día para que todo cambie; basta un segundo. Un solo segundo para que tu vida dé ese giro inesperado que marca un antes y un después. 

Y es que esos pequeños detalles que crean los grandes momentos suceden en un segundo: una mirada, una sonrisa, un abrazo, un beso, una llamada, un mensaje, un reencuentro... 


Recuerdo que yo antes vivía también banalmente. Hasta que llegó el día en el que, sin quererlo, todo cambió. Y fue entonces cuando empecé a valorarlo más todo: 
  • Nuestras largas conversaciones. 
  • Cómo le hacía un mohín cuando me decía que era hora de salir de la ducha.
  • Las veces en las que nos mirábamos a los ojos y sonreíamos con tanta complicidad. 
  • Los Post-it en el espejo por la mañana.
  • Todos esos paseos, nuestros secretos.
  • Las ocasiones en las que soñábamos despiertos planeando ese viaje tan especial.
  • Las estrellas que robé del cielo y escondí en nuestro techo.
  • La multitud de momentos en los que hacía el tonto desmesuradamente solo por ver cómo cobraba vida en cada una de sus carcajadas.
  • Nuestra lucha de gigantes. 
Puede que muchos de vosotros al leerme hayáis vuelto a  pensar en vuestra persona especial. Bien. Ahora tomaros un segundo y concienciaros de qué pasaría si hoy os dijesen que esa persona se ha marchado y ya no va a regresar. Que se ha acabado el argumento de vuestra historia y que cada uno de esos recuerdos que os han pasado por la mente son las últimas oportunidades que tuvisteis para compartir.

Muchos pensarán que podrían haberlo hecho mucho mejor. Podrían haber dicho a esa persona lo importante que era muchas más veces, haberla acariciado más, haberla besado con más ganas si fuera eso posible, haber hecho cada momento más irrepetible, haber vivido esa despedida como algo eterno.

Vivir es un escenario, y cada día la oportunidad de ir creando la mejor historia que podáis escribir. La historia de vuestra vida, en la que solo vosotros podéis ser los protagonistas.

Vivid cada instante como si fuera algo único. Guardad cada experiencia que obtengáis y aprended. Aprended de todos y de todo. Disfrutad al máximo y valorar a cada persona para que, una vez que ya no tengáis la oportunidad de poder crear más momentos, cerréis los ojos y os deis cuenta de que habéis sido los protagonistas de la película más increíble y maravillosa que podríais haber vivido.

Porque ahí fuera existen aún muchas historias  que esperan pacientemente a que nosotros les demos vida. Yo ya he salido en busca de la mía.




jueves, 31 de diciembre de 2015

GUAU.

Guau. Otro año más, así, sin más.

Si bien es cierto que hoy es por excelencia el día para hacer balance del 2015 yo no sé muy bien qué deciros.

Quizá debería empezar por que este año me ha regalado una de las mejores historias de amor que podría haber soñado. Eso lo tengo tan claro como que hoy es 31 de diciembre. Una relación de 6 meses que me hizo vibrar. Es tan simple y tan complejo como decir que fui feliz y por el camino aprendí muchas cosas acerca de  mí misma. Siempre te estaré agradecida por ello, D.

Los últimos seis meses del año han sido un auténtico caos. Superar una ruptura no es tarea fácil pero doy gracias por haber tenido tan buen criterio a la hora de elegir a mis amigos. Una vez más, me salvaron. Y, a pesar de todo, éste fue el mejor verano de mi vida. No tuve ningún hombre a mi lado y me dí cuenta, por fin, de que a quién más debo querer, es a mí misma.

Cuando el calor huyó cobardemente por la puerta de atrás tuve que tomar una decisión que cambiaría mi vida. Mudarme. 

Cáceres me acogió durante lo que a mí me pareció una eternidad. 5 años increíbles, de los que te cuesta separarte. Pero a veces, tu vida llega a un punto de inflexión donde debes elegir entre lo que quieres y lo que es mejor para ti. Increíblemente conseguí decantarme por la segunda opción, no sin esfuerzo. 

En mi segunda casa dejé muchos recuerdos, muchas personas, pero Madrid se presentaba como una oportunidad perfecta para seguir adelante, y como me alegro de haber subido a ese tren. 

No empezamos con buen pie. Yo venía reacia y ella era una auténtica desconocida pero día tras día Madrid trabajó duro para ganarse mi confianza y aquí me veis, enamorada hasta las trancas de sus rincones.

El año pasado hice un canto al amor, al empezar de cero y muchas otras mierdas que debo admitir que se han cumplido. Así que, no sé si este año ha sido bueno, o malo, pero lo que si tengo claro es que quiero un 2016 al menos la mitad de intenso.

Quiero enamorarme y que me rompan el corazón si es necesario. Quiero equivocarme, muchas, muchas veces, para aprender a base de tropiezos cuál es mi camino. Quiero vivir, quiero reír, quiero llorar, quiero sentir.

2016, aún no nos conocemos, pero te prometo, que voy a darte lo mejor y lo peor de mí misma. Estoy deseando conocerte.

lunes, 19 de octubre de 2015

Tengo mariposas en el cuerpo y una copia de tus cicatrices.

Silencio.
Orgullo herido.
Perderme hasta que me eches de menos.
Encontrarte en mis cuadernos.
Desdibujar tu cara con otros besos.
Soledad, de esa que duele más acompañada.
Viajar por tus lunares hasta la curva más bonita; tu sonrisa.
Sacarte de aquí.
Huir.
Traspiés y me detengo.
Te busco de nuevo en otros brazos.
Te veo.
Tiemblo.
Sollozo y por fin respiro.
Tengo ganas de besarte.
Me contengo.
Madrid no es buen lugar para escapar.
Te veo en parejas que se quieren.
Te veo en mi casa cuando llueve.
Te sueño.
Miedo a esperarte y a la oscuridad.
Dejo de suponer que volverás.
Madrid es un buen lugar para olvidar.
Y como en un suspiro... supongo que te olvidé.
Miedo a ser feliz.
Cosquilleo.
Nostalgia, ceniza en la cama.
Te escribo y no me salen las palabras.
De nuevo agujero.
De nuevo húmedo.
De nuevo sin luz.
Por culpa de la poesía.
Cadenas y candado.
Caparazón.
Un para siempre desde mi boca hasta tu ombligo.
Aunque tengamos que aprender a ser amigos.
No siempre las cosas son como deben ser.
Yo aprendí a perder.
A ti te quedan aún primaveras que prender.
Ojalá seas feliz.
Envidio tu entereza.
Me gustaría que todo esto fuera una mentira.
Por suerte tengo amigas que me salvan el pellejo.
Voy a partirme en dos, voy a decirte "Adiós".
Ahora importo yo.
A veces pienso que no lo dimos todo en el intento de ganarle la partida al miedo.
He sido idiota.
Pude hacerlo mejor pero me faltó tu aliento.
No quiero que te quedes, no quiero que me dejes.
Follar hasta que se fastidie el pliegue de un colchón.
Borrándote de mí solo conseguí echarte de menos.
Tuve mucho miedo.
Me enfadé conmigo misma.
Dudando si volver a verte me estrellé contra el destino.
No es una tregua, es un encuentro.
A pesar de las heridas volvería hacerlo.
Esto es lo que siento.
Me jode, pero te quiero.
Todo lo que nunca hice bien te lo confieso en estos versos.




Ojeda, Ramiro y yo.





jueves, 5 de febrero de 2015

Sin olvidar que el ser humano es mentiroso por naturaleza.

Existen ciertos tipos de personas basado en el nivel de confianza que les permitan adquirir a las personas que los rodean y atendiendo a esa subjetiva certeza establezco la siguiente lista:

- Personas desconfiadas porque nacieron así: aunque este es poco habitual existe y cuando damos con este tipo de personas, normalmente, hagas lo que hagas nunca llegarás a complacer sus exigencias.

-Personas desconfiadas tras un previo engaño: uno de los grupos más habituales. A todos nos hirieron alguna vez pero hay personas a las que este hecho afecta tanto que nunca llegaran a superarlo del todo.

-Personas confiadas porque tienen fe en la humanidad: ingenuos como mi madre que de buenos son tontos y a los que los demás suelen tomar el pelo. En realidad es el mejor grupo, todos deberían ser igual pero la avaricia, el egoísmo y la vanidad han conseguido que este emblemático tipo de personas quede casi extinto, reducido a los pocos que nacieron para cambiar a mejor la vida de algunos como yo.

-Personas confiadas que fingen no serlo: y aquí es donde me incluyo yo, en el grupo más peligroso de todos. ¿Qué hay peor que fingir ser algo que no eres? Que dejes de fingirlo porque hasta tú te has convencido de que esa es tu realidad. Tu instinto ha quedado tan atrofiado por la presión a la que se encuentra sometido que ya no eres capar de distinguir entre realidad y ficción, entre mentira y verdad, entre sinceridad o simples halagos aduladores. A nosotros nos hicieron daño e incluso lo hicimos nosotros y aunque vayamos de fríos, pasotas y desconfiados nuestro corazón suplica por la llegada de alguien a quién poder entregarse ciegamente. Lo peor de esto es que puede entregarse a cualquiera, indistintamente, solo porque tú estabas muy ocupado en mantener tu mentira que no lo viste venir. Y entonces llegan las lágrimas, demasiado tarde.


Porque muchos te regalarán los oídos así que escucha, escúchalos, pero sin olvidar que el ser humano es mentiroso por naturaleza.