Asume tus errores, sé consecuente, borra las malas huellas del pasado y pisa firme este presente. Un día crees que lo tienes todo, que las razones para sonreír son suficientes y con la misma facilidad con la que todo llega, se va. Dar por hecho que nadie va a estar contigo en tu caída no es la solución. Lo más fácil es rendirse, darlo todo por perdido, es lo más fácil y lo más cobarde. El miedo a todo y a nada al mismo tiempo. Grita, y si crees que no te oyen no te rindas, grita más fuerte aún, hasta quedarte sin voz. Es fácil decirlo, si, pero tienes que convencerte de que también es fácil cumplirlo. Lo que un día se fue no volverá y se tiene que aceptar, hay que vivir con ello y no por ello. Seguir, buscar motivos por los que sonreír, por los que ser nosotros los dueños de nuestro tiempo y no el tiempo de nosotros.
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