No podía creerlo, sencillamente era imposible de creer.
- En... Entonces... ¿Es cierto? ¿Eres... eres un... un fantasma? - dijo entre balbuceos.
- Me temo que sí Elena.
- ¿Me he vuelto loca?
- No, para nada. Lo que pasa es que eras la única persona ligada a mi antes de morir y por eso mi alma se ha quedado contigo. No podía dejarte sola.
La madre de Elena intervino.
- Elena, cielo, si quieres puedo volver a hacerle humano pero sólo hasta las 12, cuando el baile esté finalizando, mis poderes son limitados.
- ¡Sí mamá! ¡Por favor, por favor hazlo! - gritó desesperada.
Entonces una luz iluminó toda la habitación y de repente Elena tenía delante a un chico rubio de risueños ojos azules, y lo más importante; de carne y hueso. Lo abrazó con todas sus fuerzas. Oh Dios. como lo quería.
Bajaron juntos al baile y se colocaron en el centro de la pista.
- Pon tus pies encima de los míos - dijo él.
- Ser un fantasma tiene algunos beneficios - dijo él sonriendo pícaramente.
Mientras, seguían bailando dejando pasar el tiempo a su alrededor.
- Es... Esto es...
-Ssh... no digas nada - respondió él posando el dedo índice sobre la boca de la muchacha.
Elena lloraba de felicidad,
-Quiero darte algo. Algo especial.
- Tú eres el regalo más especial de todos.
Y entonces le besó. Con infinita ternura, Al principio un mero roce de labios después algo más.
De pronto Elena cayó al suelo golpeándose fuertemente la espalda y junto a ella un cuerpo traslúcido y unos ojos triste la dijeron:
-Se nos acabó el tiempo.
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