Siguiendo los pasos al jardín del edén.

jueves, 23 de octubre de 2014

Y todo se desvaneció devorado por el tiempo.

¿Qué pasa? ¿por qué un día te levantas feliz, contento por lo que tienes y por quién eres y al volver a la cama te sientes un intruso entre las sábanas de un completo desconocido? Un día tienes tu vida planeada, controlado hasta el más mínimo detalle y de repente en dos años que pasan como un suspiro vuelves la mirada y te encuentras con la nada; un completo caos. Como en el cuadro de Goya en el que Saturno devora a su hijo te das cuenta de que lo que quedaba de aquella chica dulce, agradable y disciplinada se ha desvanecido consumido por el tiempo, y lo peor: acabas de perder tu identidad. Ya no sabes quién eres, qué buscas, a dónde vas ni tan siquiera qué quieres.


El silencio es el único que contesta las preguntas del pensamiento. Ambos son cómplices callados de la palabra.

Dicen que querer es poder y que hace más el que quiere que el que puede, pero, y si se da el caso de que no puedes aunque quieras,¿se podría decir entonces que esa primera conjetura es falsa? y que por tanto ¿has crecido engañada? porque nadie te habló de esta sensación, eso seguro. Nadie te dijo que a veces en la vida existen personas que no pueden, que el peso de sus problemas ( quizás no tan graves a ojos de otros) vencían a sus piernas en esa dura y constante lucha por no vivir arrodillado.


Nadie te dijo que podrías sentirte solo sin estarlo, ni que tu corazón se encogería de miedo al llegar la oscuridad de la noche. Nadie, nadie lo dijo. Ni que esa persona que tienes situada en un pedestal un día se caería, ni que la perdida de un amor ni de una vida lograría hacerte sentir tan vacía. Y mientras caminas por este túnel que te parece un infierno, ves una luz al final; 


Y de verdad ese parece el verdadero pero entonces... entonces, en contra de cualquier expectativa te vuelve a envolver la noche.



Porque como bien dijo Ernesto Sabato: "...en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario; el mío." 

Y porque hoy hay tantos tipos de silencios que me atrevería a decir que callar es un idioma.