Siguiendo los pasos al jardín del edén.

martes, 9 de febrero de 2016

Fdo: el baúl de los recuerdos.

El primer amor no es tu primera relación, ni tu primer beso, ni siquiera la primera vez que quieres a alguien. Es el que te arrasa por dentro, el que te desgarra el alma y derriba tus muros de carga.

Ese es el primer amor, aquel que tiene fuerzas para ser el que marque a los que le sigan. Aunque nuestros caminos se separen. Ese que siempre, siempre, va a tener dedicado un pequeño rincón en tus recuerdos.

Y sí, es justo en el que estáis pensando ahora.


Lo único de lo que somos poseedores es de lo que tenemos en estos momentos. Solo podemos vivir en el presente, porque cada segundo que pasa pertenece al pasado y el futuro es algo incierto que siempre está por venir. Solo es ahora cuando tenemos la oportunidad de hacer, decir, sentir, vivir...

Es tal la magnitud del valor de cada instante que somos demasiado prepotentes aplazando constantemente las situaciones, dando por hecho que disponemos del tiempo como si fuésemos dueños de él. Porque no necesitamos un año, ni un mes, ni tan siquiera un día para que todo cambie; basta un segundo. Un solo segundo para que tu vida dé ese giro inesperado que marca un antes y un después. 

Y es que esos pequeños detalles que crean los grandes momentos suceden en un segundo: una mirada, una sonrisa, un abrazo, un beso, una llamada, un mensaje, un reencuentro... 


Recuerdo que yo antes vivía también banalmente. Hasta que llegó el día en el que, sin quererlo, todo cambió. Y fue entonces cuando empecé a valorarlo más todo: 
  • Nuestras largas conversaciones. 
  • Cómo le hacía un mohín cuando me decía que era hora de salir de la ducha.
  • Las veces en las que nos mirábamos a los ojos y sonreíamos con tanta complicidad. 
  • Los Post-it en el espejo por la mañana.
  • Todos esos paseos, nuestros secretos.
  • Las ocasiones en las que soñábamos despiertos planeando ese viaje tan especial.
  • Las estrellas que robé del cielo y escondí en nuestro techo.
  • La multitud de momentos en los que hacía el tonto desmesuradamente solo por ver cómo cobraba vida en cada una de sus carcajadas.
  • Nuestra lucha de gigantes. 
Puede que muchos de vosotros al leerme hayáis vuelto a  pensar en vuestra persona especial. Bien. Ahora tomaros un segundo y concienciaros de qué pasaría si hoy os dijesen que esa persona se ha marchado y ya no va a regresar. Que se ha acabado el argumento de vuestra historia y que cada uno de esos recuerdos que os han pasado por la mente son las últimas oportunidades que tuvisteis para compartir.

Muchos pensarán que podrían haberlo hecho mucho mejor. Podrían haber dicho a esa persona lo importante que era muchas más veces, haberla acariciado más, haberla besado con más ganas si fuera eso posible, haber hecho cada momento más irrepetible, haber vivido esa despedida como algo eterno.

Vivir es un escenario, y cada día la oportunidad de ir creando la mejor historia que podáis escribir. La historia de vuestra vida, en la que solo vosotros podéis ser los protagonistas.

Vivid cada instante como si fuera algo único. Guardad cada experiencia que obtengáis y aprended. Aprended de todos y de todo. Disfrutad al máximo y valorar a cada persona para que, una vez que ya no tengáis la oportunidad de poder crear más momentos, cerréis los ojos y os deis cuenta de que habéis sido los protagonistas de la película más increíble y maravillosa que podríais haber vivido.

Porque ahí fuera existen aún muchas historias  que esperan pacientemente a que nosotros les demos vida. Yo ya he salido en busca de la mía.