Siguiendo los pasos al jardín del edén.

martes, 15 de marzo de 2016

A mi futura yo: Te quiero.

Era hora de que tú y yo tuviéramos una conversación, compañera.

Se acabó. No sé lo que estarás pensando en este momento pero deja de hacerlo. 

Eres maravillosa, ¿sabes? La chica más preciosa que he tenido el placer de cruzarme en sueños. Así que abandona esa estúpida idea de que no eres lo suficientemente buena, porque eres la mejor versión de mí misma. Tienes mis mejores sonrisas, las lágrimas más sinceras y todas, absolutamente todas mis experiencias. Úsalas.

No necesitamos que nadie nos diga lo increíbles que somos, basta con que sigas siendo tú para que lo vean. 

Conciénciate, eres única. No hay nadie más en el mundo que arrugue la nariz de esa manera cuando se enfada, nadie con esa mirada. No hay nadie con la misma senda de lunares que tú.

Quizás tuvieras tanta luz que pensaras que se apagó. Pero no. Aún queda demasiado baile, pequeña.

Haznos un favor y permítete doblar de vez en cuando las rodillas. Relaja los hombros. Tómate un té. Llora, descarga y levántate. Incluso así sigues tan bonita como ayer.

Cuídate también esos labios, que aún nos quedan muchos besos por dar. 

Y no es miedo. Si me tiemblan hoy las piernas no es por miedo. Podemos seguir en nuestro intento de descolgar la luna.

A lo mejor esto es mezclar pólvora con fuego, pero yo soy justo lo que tú estabas esperando.

Así que vamos amiga, déjanos amarnos.