Siguiendo los pasos al jardín del edén.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Te consumes.

El tiempo, es una amante celosa que reclama siempre más atención de la que tú le brindas. Y te consume. Te consumen sus réplicas y las consecuencias de tu desacertada indiferencia. El tiempo avanza, te agarra de la mano pero tú te sueltas.

Todo lo que quiero, todo lo que necesito, es tiempo. Y sin embargo, yo no sé cuidar de ti.

Te pido siempre, siempre te pido: unas horas, unos minutos, unos segundos. Qúedate conmigo tiempo, no te escapes entre las yemas de mis dedos.



El tiempo no nació para esperar a nadie. Como bien decía Leiva: de los cielos a la pólvora mojada. 
Hasta que se te cruza en el camino una nueva chispa. Taquicardia.



Y todo se volvió azul intenso. Se paró el segundero. Y vuelve a pararse cada vez que te acercas al cénit de esa taquicardia, pero como ya dije, al tiempo le pueden los celos y en cuanto te alejas sale corriendo para recuperar todos los que segundos que le debes.

Esa es tu lucha, tratar de detenerlo hasta que ganes la guerra o te consumas en el intento.