Siguiendo los pasos al jardín del edén.

martes, 11 de diciembre de 2012

Reconstruir.

Cuando la persona a la que quieres te hace mucho daño, ese órgano indispensable del cuál dependes, deja de latir y se divide en miles de millones de pedacitos. Y claro, sales a buscarlos. 

Mientras que los vas recogiendo te armas de valor para dar la cara ante el culpable, pero tardas tanto en reunir de nuevo todas las piezas y reconstruirte que cuando vas a enfrentarte a él sólo tienes como enemigo al viento porque el causante de tu desdicha se ha ido alejando tranquilamente.




¡Cobarde!

Y es que es muy fácil engañarse. Más fácil por ti misma que por personas externas a ti. En ocasiones la mentira viene dada por dos factores: tú y una tercera persona. Y duele, duele de verdad. El daño puede haber sido causado por una palabra escupida en tono sarcástico y despectivo. Por otra parte el emisor no sólo puede ser un extraño si no un "buen amigo", en el segundo caso el daño no hace más que multiplicarse y multiplicarse y multiplicarse... Resuena en tu cabeza taladrando la poca autoestima que habías conseguido alcanzar con mucho esfuerzo.  Se resquebraja con una facilidad insólita y los escombros caen al vacío inertes y completamente inútiles ya. Y te gritas a ti misma. Con mucha fuerza y un odio renovado. ¡Estúpida! ¿Creías de verdad que cambiando tu lugar de residencia ibas a dejar el pasado atrás? ¿Qué ibas a empezar de cero? ¿Qué alguien te iba a querer tal y como eres? Ilusa. El pasado siempre vuelve. SIEMPRE. ¿Y ahora qué? ¿También nos vamos de aquí? Y es entonces cuando te das cuenta de que en realidad tú eres también la tercera persona; y de que eres y has sido siempre... una cobarde toda tu vida.


Pensamientos pasados.

Estáis equivocados la confianza no da asco, simplemente al igual que se tiene se pierde. Con la misma ligereza con la que el viento arranca las hojas de los árboles en otoño, un día tu amiga confía en ti y al siguiente en otra. Es así y aquí no importa que tú te sientas desplazada por alguien con la que se lleva tan bien desde hace poco más de uno o dos meses. No. Ella es libre. La misma libertad con la que depositó su amistad y confianza en ti también la tiene para depositarla en otra persona. Y es más, sigues siendo su amiga, sólo que ahora has pasado a un segundo plano. No hay más. 

Por otra parte deberías estar acostumbrada, no es la primera vez que te pasa ni la última que pasará. Las amigas más allegadas son eso precisamente porque destacan en algo. En la tontería más absurda quizás, pero es así. Se siente pequeña. Cuando repartieron los talentos  tú deberías de estar en el baño porque no te tocó ninguno. La única solución es aceptarlo y resignarse. Además, piensa que en el montón hay un "montón" de gente en las mismas que tú. Quizás eso te haga sentir un poco menos sola.


Mantén la respiración.

¿Os gusta la sensación? Ese quemazón en la garganta al verlo después de un tiempo que se te ha hecho eterno, ese "algo" que hace cosquillas a tu estómago y te roba sonrisas. Porque sí. No puedes parar de sonreír y lo mejor es que te encanta. Te ves feliz, viva al fin, se acaban las nubes envidiosas que no dejan lucirse al sol. Ha parado de llover. Sale el arco iris y tú te subes y caminas sobre él hacia más allá del cielo. El amor te abre caminos que si estás "forever alone" te pasan totalmente desapercibidos. ¿Y sabéis quiénes son los que más triunfan? Los equilibristas. ¿Por qué? Porque el amor es eso; puro equilibrio. Por eso, si te acercas demasiado al bordo te caes. Y eso si, allí abajo no hay nada ni nadie que vaya a frenar tu caída.


viernes, 7 de diciembre de 2012

L'amore è eterno finché dura.

No podía creerlo, sencillamente era imposible de creer.
- En... Entonces... ¿Es cierto? ¿Eres... eres un... un fantasma? - dijo entre balbuceos.
- Me temo que sí Elena.
- ¿Me he vuelto loca?
- No, para nada. Lo que pasa es que eras la única persona ligada a mi antes de morir y por eso mi alma se ha quedado contigo. No podía dejarte sola.
La madre de Elena intervino.
- Elena, cielo, si quieres puedo volver a hacerle humano pero sólo hasta las 12, cuando el baile esté finalizando, mis poderes son limitados.
- ¡Sí mamá! ¡Por favor, por favor hazlo! - gritó desesperada.

Entonces una luz iluminó toda la habitación y de repente Elena tenía delante a un chico rubio de risueños ojos azules, y lo más importante; de carne y hueso. Lo abrazó con todas sus fuerzas. Oh Dios. como lo quería.
Bajaron juntos al baile y se colocaron en el centro de la pista.

- Pon tus pies encima de los míos - dijo él.



Elena obedeció y empezaron a dar vueltas. Estaba encandilada con esos ojos. Cuando quiso darse cuenta estaban flotando unos metros por encima del suelo. Era todo tan irreal...

- Ser un fantasma tiene algunos beneficios - dijo él sonriendo pícaramente.


Mientras, seguían bailando dejando pasar el tiempo a su alrededor.


- Es... Esto es...

-Ssh... no digas nada - respondió él posando el dedo índice sobre la boca de la muchacha.

Elena lloraba de felicidad,


-Quiero darte algo. Algo especial.

- Tú eres el regalo más especial de todos.

Y entonces le besó. Con infinita ternura, Al principio un mero roce de labios después algo más.




De pronto Elena cayó al suelo golpeándose fuertemente la espalda y junto a ella un cuerpo traslúcido y unos ojos triste la dijeron:






-Se nos acabó el tiempo.






jueves, 6 de diciembre de 2012

Immer gibt es einen Ausgang.

Alguien dijo una vez que la vida no es más que un triste ensayo de una obra que jamás se estrenará. Hoy comprendo la agonía de ese pobre escritor. Cuando te sientes completa e irrevocablemente sola, cuando esa soledad te oprime el pecho y desborda de lágrimas tus ojos, te vuelves consciente de la triste realidad; de la efímera brevedad de la que está dotada tu pobre existencia.
Estás encerrada en una burbuja. Reinan el silencio y la oscuridad, salvo quizás un par de ocasiones en las que escuchas retahílas lejanas; voces que dicen que todo saldrá bien. Tú las oyes pero no las escuchas y jamás sabrás si decían la verdad.
Rodeada de luces extrañas, de voces anónimas, de colores sonoros suspendidos en el aire, oyen los ojos y miran los oídos. Y entonces, en ese momento, en el cénit azul, una caricia rosa. La caricia de la esperanza.